En Lectora en la ventana, la austera pared de fondo y la luz que entra por el ventanal de la izquierda le dan todo el protagonismo a la muchacha con la carta, cuya enigmática expresión deja abierta a la interpretación la naturaleza de la misiva.
La manera en la que se plasma la luz en las rojas cortinas de la ventana, en la cortina verde que se corre para sorprender a la lectora, así como en el reflejo de la muchacha en el cristal interior, hacen de esta obra una de las más ricas de Vermeer, reproducida de manera fiel por Montoya, que deja en cada pincelada muestras del profundo cariño y admiración que sentía por el trabajo del maestro holandés.